Un libro sobre el valor de andar mucho para alejarse de él : El viento idiota

Y el fin de todas nuestras búsquedas

será llegar adonde comenzamos,

conocer el lugar por vez primera

T.S. Elliot

«Procura leer este libro sólo cuando estés bien anímicamente» fue consejo de mi particular asesor y prestamista bibliográfico. Consejo que por suerte no me ha hecho falta seguir en unos tiempos en que, ciertamente, el ver flor en cardo me resulta mucho más fácil y no porque la vida no ofrezca menos pinchos sino porque, como Peter Kaldheim, autor y protagonista de El viento idiota, parece que la experiencia me va enseñando a protegerme de todos ellos.

Si eres amable con todas las personas con las que te encuentres , te darás cuenta de que el paraíso está en la tierra.

Así se refería al cielo Jack Kerouac, autor de En el camino, novela que ha sido referencia del propio Kaldheim en el que supone su propio estreno literario.

Obra autobiográfica en la que de manera amena narra cómo, por fin ,y no sin constatables esfuerzos, consigue alejarse de esa «akrasia»-término griego que define la pérdida de esa fuerza de voluntad que te empenta a actuar en contra del sentido común- que Bob Dylan llamó » Idiot wind».

-¿Cómo es que sonríe tanto estando en un lugar como este?

-Muy amable por su parte decirme algo así-dijo con una sonrisa-pero en realidad no me resulta difícil. No lo es cuando uno disfruta ayudando a la gente

¡ Ay, qué familiares me resultan ciertas actitudes que quien escapa del viento idiota descubre en quienes a ello le ayudan !

Vivir y ayudar a vivir… Lévi-Straus dijo en «Tristes tópicos» que la experiencia de cualquier viajero que llega a un nuevo lugar se ve inevitablemente marcada por la posición social que ocupa mientras está allí. Buena lección aprendida y reflejada en el libro por quien con treinta y siete años, en el paro, arruinado empezó a encontrar su camino.

En este momento, Pete, no necesitas nada más

¡ Dichoso él que lo encontró y dichosas tantas personas como en ello hallamos ese estado de paz que, si no pleno, es el más cercano a eso que los cursis llaman felicidad.

Cuando me despedí del resto de voluntarios y me marché esa noche estaba de muy buen humor: era un hombre en paz con el mundo y feliz de volver a casa

Nada más que añadir, amigo Pete. Gracias por compartir tu experiencia, tu fuerza para no seguir siendo arrastrado por El viento idiota. Todo es cuestión de creer, de querer…y de andar y leer mucho.

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