Delibes 2000

Estamos viejos, estoy viejo, duramos demasiado. Si Dios no lo remedia llegaré a los 90 ¿no es una barbaridad?  Pero es difícil dejar de vivir”

En estos momentos no menos tristes por esperados, estas palabras con las que me felicitaba el año 2008 son personal testimonio de la actitud hacia un ser humano cuya grandeza fue, es y será su humanidad.
Por encima de la que en la Literatura ha conquistado, qué importa sin el logro de algún universal pero arbitrario reconocimiento- léase Nobel- que para él hemos deseado sus lectores.
Por encima del saber cinegético que compartía con mi quijote Risueño de quien, diez años atrás, escribió :

579285_298615860226723_100002349334213_682437_944907638_nPara él no deja de ser una muerte grata: su plena ilusión, esperando la cacería…

Eran las palabras de consuelo de un cazador a la hija de otro que había marchado, feliz ,con sus perros, escopetas y perdigones camino de su pasión durante 74 años, la caza.
Esa rusca que día a día minaba a Bruno Roncone, aquel hijo de la imaginación de Sampedro, nuestro más longevo literato, ha logrado por fin su objetivo con un hombre tan real como fuerte.
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Han sido doce años los que nos separan de esta foto, doce años de serena lucha entre el bicho y el cazador que ha sabido guardar en su puesto, la cabeza tranquila. Doce años de “dura vejez” como él mismo confesaba al cumplir sus 77 años en los que esa alimaña ha vencido a gente muy querida y para quienes pedí su complicidad que en forma de animosa dedicatoria tuvo. Lo hizo con mi recordado amigo Jesús Corpa que precisamente cuando Don Miguel cumplía 80 años, marchaba para siempre empujado por la misma rusca.
Don Miguel Delibes se va. Lo hace como un buen cazador, si no con las botas puestas como lo hizo mi padre, sí en el momento de cerrar la veda, cuando los cazadores con reclamo, los “pajariteros”, guardan sus enseres y se disponen a soñar…hasta otro año.
Don Miguel, mi viejo amigo se ha ido. Lo acabo de conocer en esta triste mañana. Por fin, Dios ha querido evitarle unos 90 años mal cumplidos que él no deseaba porque nada es para siempre. Ya está con su Ángeles.
Nos queda su obra y a quienes además tuvimos la suerte de compartir retazos de su vida, nos queda su humano recuerdo. Le queremos y seguiremos queriendo.

Descanse en paz, Don Miguel, en esa paz universal , justa y perdurable que tanto deseó.

Calatayud,12 de marzo de 2010.

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